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Mas vale pedir | Cuentos imaginativos y nihilistas utiles para pensar
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Cuentos cortos imaginativos y nihilistas

Mas vale pedir

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Como cada día aprovecha que pasa una persona la barrera de entrada al metro para colarse sin pagar. Va aseado lo indispensable, sin afeitar y a medio peinar su pelo mal cortado. Mientras que baja las escaleras iba componiéndose la ropa de forma que tuviese un aspecto mas digno, pues eso ayuda a que la gente sea mas generosa. Cuanto mas te pareces a ellos mas pena les das, pensaba, y ellos te dan mas dinero: debe de ser que se ven representados en ti. A llegar al andén se coloca discretamente en un extremo del mismo detrás de una pareja. A esas horas hay gente pero no demasiada. Si los vagones van muy llenos es imposible moverse por ellos y acceder a otras personas que las que están a su alrededor.

Llega el metro y entra por la parte trasera del mismo. A él le gusta recorrer los vagones de atrás hacía adelante. Le trae suerte pues la única vez que tuvo problemas, fue un día que empezó por delante y ya en el primer vagón se encontró con unos gamberros que le hicieron pasar un mal rato. Suerte tuvo que iba un mosso de paisano que, en el momento en que las cosas iban a peor, plantó cara a aquellos hijos de puta y de ahí no pasó la cosa. Mientras el resto de las personas miraban hacia otra parte o se cambiaban al vagón contiguo. Nunca mas empezó por los vagones delanteros.

Desde que el atentado de las ramblas y la declaración de independencia nota que hay menos turistas, eso por una parte es bueno porque es mas fácil andar por los vagones, pero supone una menor recaudación porque los guiris suelen ser algo mas generosos que los locales. En cualquier caso los mas generosos son los sudacas, los negros y los moros. Sobre todo cuando son mujeres. Sino fuese por estos no conseguiría ni una cuarta parte de lo que consigue, no dan mucho pero muchos pocos llegan a hacer una cantidad que al menos le sirve para comprarse un buen bocadillo y un tetrabrik de vino.

Solo ponerse en marcha empieza con su actuación: “Perdonen que les moleste y que les diga que me avergüenza tener que pedir pero soy una persona honrada caída en desgracia y aunque sea lamentable tener que pedir siempre es mejor que tener que robar” y una vez dicho esto mira a los ojos a todas las personas que están al alcance de su vista intentando transmitir una mezcla de pena y de amenaza. Todos le miran cuando habla, unos con sorpresa, otros con molestia y unos pocos con una clara mirada de rechazo y quizás de odio, pero lo que le molesta de verdad era ver como le apartan la vista cuando empieza a mirarlos fijamente a los ojos. En ese momento vuelven a prestar al atención al móvil, al 40 minutos o a nada.

Empieza recorrer el vagón con un vaso de plástico en la mano, ofreciéndoselo a cada uno de los pasajeros. Los mas dignos le dicen “No, gracias”, como si les estuviese ofreciendo cualquier cosa; la mayoría simplemente no le mira y siguen con su guasap, con el diario gratuito o con el juego del móvil. Unos pocos extienden la mano y depositan alguna moneda en el vaso. El siempre contesta educadamente con un “Dios se lo pague señora”. o señor según corresponda. Al llegar a medio vagón se para y vuelve a repetir “Perdonen que les moleste y que le diga que me avergüenza tener que pedir pero soy una persona honrada caída en desgracia y aunque sea lamentable tener que pedir siempre es mejor que tener que robar”, mira a cada uno de los pasajeros, y vuelta a empezar a moverse.

Cuando llega al final del metro se baja en la parada y, según a que altura de la línea esté, espera el siguiente metro o cambia de anden y de sentido. Habitualmente viaja en la línea 1, la roja. Cree que hay mas guiris y que la gente del país que viaja es mas generosa. Una vez probó los ferrocatas de la línea de Sant Cugat y en una hora no consiguió mas que setenta céntimos. Tuvo que irse alguna frase desagradable del tipo “no se como dejan entrar a esa gentuza en los ferrocarriles”. Nunca mas ha vuelto. Tampoco es mala línea amarilla así que la alterna de vez en cuando con la roja.

Cada vez que baja de un metro cuenta el dinero que ha conseguido. Al final de la jornada vuelve a hacerlo. El día no ha sido bueno. Ha sido peor que ayer. Lleva unas semanas con esa tendencia y cree que debe de haber dejado de dar pena a la gente. Lo ha probado todo: cambios de entonación, cambios de de aspecto: ropa mas arreglada, ropa mas sucia, afeitado, sin afeitar … ya no tiene mas ideas que poner en marcha salvo una que se le ocurrió hace unos meses bromeando con unos compañeros mientras hacía cola para comer en un local de Caritas.

Aprovecha que pasa una persona la barrera de la entrada al metro para, pegándose a ella, colarse sin pagar. Va sucio, sin afeitar, con su pelo mal cortado mal peinado y con una sonrisa en la boca. Se coloca discretamente en un extremo detrás de un grupo de estudiantes. Llega el metro y entra por la parte delantera del mismo. Solo ponerse en marcha dice en voz muy alta, casi gritando: “Perdonen que les moleste y que le diga que me avergüenza tener que pedir pero soy una persona honrada cada en desgracia y aunque sea lamentable tener que pedir siempre es mejor que tener que robar” y una vez dicho esto saca de una bolsa la AK47, que ha comprado la noche anterior en el chino, y mira fijamente a los ojos a todo el mundo. Hoy, piensa, voy a tener la mejor recaudación de mi vida y empieza a andar por el vagón con un vaso de plástico en la mano y el fusil en la otra.
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